El
mundo industrial de la pornografía está a punto de poseer un status respetable.
Maneja miles de millones de euros en el cine. Tiene millones de páginas de
Internet. Posee canales de televisión propios. Manda imágenes a miles de móviles.
¿Le ha robado esta aceptación su capacidad de excitar, de perturbar, de
indignar? Para muchos analistas, su consumo es hoy políticamente correcto. Para otras personas, la pornografía es una manera de
violencia y agresión para complacer unas fantasías de dominar y humillar a la
otra persona.
Con unos 60.000 millones de euros al año para el cine porno y 260 millones de sitios de contenido de pornografía en
Internet, con canales de cable propios y la promesa de mandar imágenes y
millones de ellas a través de los móviles, la pornografía no parece hoy un
elemento marginal en la cultura.
¿Le ha robado esta aceptación su capacidad de excitar, de
perturbar, de indignar? En la revista Punto de Vista, Beatriz Sarlo comenta que
"La paradoja de lo pornográfico, es que deja de serlo en cuanto deja de
ser discurso específico dedicado al escándalo y con destino a la prohibición.
Hoy todo indica que en el campo de la literatura, la pornografía es
políticamente correcta y en el mercado audiovisual, una tendencia con gracia y
hogareña.
La realidad, es que hoy hay pocas cosas más fáciles de acceder
(por lo menos, en Occidente) que la imagen de un cuerpo desnudo e incitante, la
pornografía se ha venido diversificando y no todo su contenido es igualmente hogareño.
Otra cosa son las bocas abiertas, distintas penetraciones, los pechos y penes.
Fuente: hotevacam